9 de abril de 2010

Otros mundos

Convivir es un desmadre; nadie nos salva de la realidad que implica vivir en un mundo donde cada cabeza es un mundo y cada cuerpo una comunidad. Como si de entrenar el ego se tratara, los comerciales nos bombardean y nos "invitan" a formar parte de mundos existentes gracias a la imaginación de otros, las personas nos responden como entendiendo lo que decimos sin tener idea de nuestra realidad y nosotros mismos nos confundimos con los propios pensamientos, para dejarlos pasar en el transcurso de momentos en algún espacio-tiempo.

En este mundo de muchos mundos, mucho tiempo, mucho espacio y una burbuja cada quien, el individuo busca la interacción con el otro, y trans-grede. Curiosa etimología dado que es la búsqueda de cualquier ente: trans- atravesar, sobrepasar gredior- mas allá. Es decir la primera instancia para la existencia implica ir más allá, ser uno mismo, diferenciarse y lograr sobrepasar la barrera de la unidad en búsca de algo más.

Cuentan que en el principio nada existía, era una inmensa nada conformada por nada y de repente "crack" en esa inmensidad de ceros, uno dijo: "quiero ser yo" y comenzó a ser uno, a existir la materia y todo lo que esta conforma, un punto en el espacio-tiempo, que comenzaría a formar la historia que no conocemos pero podemos imaginarnos en el principio de todos los universos.

Lo importante de esta historia es que data del primer lucifer, quien harto de ser nada, decidió ser el mismo, la primera transgresión buscando ir más allá, y la primera interacción entre lo blanco y lo negro, el yin y el yang, Dios y el diablo... sin embargo, no son mas que historias intentando explicar porqué buscamos nuestra libertad y compromiso individual y porqué es tan importante como decir: "quiero ser yo". Pero cuidado, puede ser mortal a veces resulta tan engañoso como formar una burbuja y olvidarse que sin decisión no hay interacción, que sin el otro no hay conciencia y que los intentos por ser uno mismo pueden convertirse en egocentrismos como pensar en ser la única forma de vida en los universos.
Y aunque cada cabeza es un mundo, la transgresión implica superar barreras, creer en posibilidades y hacer elecciones de las que sólo el individuo puede hacerse responsable.

15 de marzo de 2010

Esta gente...

Ja! Doscientos años después de mi última entrada me paseo por aquí para ver que nadie escribe más en este espacio.

Estamos volviéndonos como el resto de la gente. Hemos dejado de ver el punto al final de las líneas. Mierda...

Procrastinación y nada más que eso. Falta de interés y preferencia por el consumo de sustancias nocivas, viciosas y muchas veces adictivas ¿O me van a decir que han estado estudiando arduamente? ¿Qué dice la medicina, la búsqueda de empleo? ¿Qué dicen sus mentes?

Pocas palabras he cruzado con ustedes, nada más que un "Hola" o un "Hey" y luego de vuelta a la indiferencia usual. Le dije Adiós al escrito a cuatro manos hace mucho tiempo.

Al menos una mentada de madre de corazón sabría más buena.

1 de noviembre de 2009

Muerte

Cuántas veces hemos tratado de encontrarle sentido oculto o visible a lo que se llama vida. Encontrar un sendero en una ciénaga de sangre, ceniza y corazones rotos parece imposible.

Los rostros humanos padecen el mal de la mentira. Sonreímos juntos, nos alejamos y finalmente regresamos al estado original: solitarios, abandonados, desprendidos.

Nuestros rostros cierran su mecanismo óseo, los tejidos descansan nuestros músculos hipócritas y se encierran de nuevo tras las sombras. Se esconden de la luz que se proyecta a lo lejos, desde el horizonte, para irse y dejarnos en la oscuridad.

Transitamos entonces por el camino conocido. Entre los árboles cenizos y sus hojas puntiagudas y lastimeras. Nos recargamos en el que se ve más grande, pues pareciera que puede soportar nuestra pesadez. Pero al mínimo toque, éste se retira pues ha decidido que no es lo suficientemente fuerte para mantenernos en pie.

Si tan sólo hubiese intentado lograrlo, entonces podríamos voltear hacia arriba y ver que aún quedan algunas estrellas difusas, lejanas, inalcanzables que titilan cansadamente, dando ritmo a nuestros pasos tristes.

Si tan sólo aquel árbol nos hubiera estrechado en sus ramas, si nos hubiera dando aliento con el murmullo de sus hojas, tal vez hubiéramos percibido el aroma de su existencia y finalmente podríamos haber sonreído sinceramente, estrechándonos en un bosque de dicha.

Pero ya que eso no ha sucedido, podemos seguir caminando, con lágrimas en nuestros ojos y los pies hinchados. Buscando quien nos de apoyo y murmullos aromáticos, aunque si pasa mucho tiempo podríamos rendirnos en la búsqueda.

Un alma más perdida en el bosque de la vida no es nada extraño. Podemos encontrarnos mientras nos despedimos de algunas semillas que plantamos hace muchos años y que nunca dieron frutos, podemos así presenciar la muerte.

Y la muerte existe en cada uno de nuestros semblantes demacrados. Existe en cada arruga, cada monte y cada valle de nuestros cuerpos. Somos muerte y a ella pertenecemos toda la vida.

10 de octubre de 2009

(Comparaciones)

¿Y qué chiste tiene que te siga hablando si algún día me aburriré de tus negativas y tú de mis optimistas? Así como alguna vez tú te aburriste de mis negativas y yo me quedé extrañando tus optimistas.

Nos aburriremos de lo que ha sido. Me aburriré de lo que no ha sido y saldré a caminar bajo la lluvia, sólo para recordar las cosas que te he dicho y aún así no funcionan. Para ver como mis palabras vuelan como pedazos de papel al viento.

Una de tantas cosas que he dicho es que yo quisiera que me dejaras acercarme para poder estar contigo y disfrutarte como eres ¿Acaso no te das cuenta de que de verdad lo disfruto? A mi manera torcida, a mi manera deprimida, pero te disfruto tanto cuando estamos juntos.

Tanto como cuando escucho ronronear a un gato, como oler la ropa limpia, como cuando doy un bocado a un chocolate con ciruela y almendra, como con las manos romper la tensión superficial del agua en un estanque o como golpear con la mano la base vítrea de una botella de jugo frío.

Suena común ese modo de disfrutar las cosas. Compararte con sensaciones tan burdas suena bastante tonto, pero tú que me conoces bien deberías saber a lo que me refiero. Deberías saber que cada vez que te veo mis sentidos se despliegan y quieren alcanzarte. Que quieren con toda certeza hacer que voltees y te des cuenta de que contigo estoy bien, estable, constante y no perdiéndome en mi inmensidad mental.

Que contigo escucho la brisa y me espanto, veo basuritas en mis ojos que me hacen reír, saboreo la deliciosa simpleza del aire; siento tu piel áspera en mis manos que se entusiasman y antes de todo esto, el choque de dos manos me deleita.

Me aburriré de eso: de las vastas sensaciones que provocas en mi existencia, de tus constantes huídas y de mis numerosos desplantes paranoicos con tintes… no, con óleos gruesos de obsesión. Ya estoy aburrida de esto, falta que me convenza de no hacerlo.

25 de septiembre de 2009

creencias

El mundo va siendo una serie de instantes acomodados por nuestra percepción (experiencia), la manera como actuamos, pensamos y decimos, va relacionada también con estos. El problema está cuando queremos vivir de una manera, creemos vivir de otra y manifestamos otra, porque nuestra energía entonces se mueve hacia diferentes partes, sin lograr alcanzar alguna, más que rozarla para pasar a la siguiente. Y es dentro de este mundo de muchos mundos que despejamos esta nuestra mente para darnos cuenta de muchas realidades, del otro como persona y de mi como actor y creador de este mundo.

Adán y Eva (la humanidad) comieron de aquel fruto prohibido (lenguaje), la serpiente (conocimiento/experiencia) se los ofreció (desarrolló) y comprendieron (hablaron). Desde entonces podemos nombrar al mundo, comunicarnos con otro Tu y este existir en tanto que lo hacemos presente, en tanto lo hemos medido y clasificado en relación a nosotros mismos, y entonces damos nombres a las cosas... y existen, y significamos... y el recuerdo.

En este mundo en que somos creadores de nuestra realidad, es decir, le damos nombre y significamos a nuestro antojo, pasa que lo hemos llamado en crisis, sin querer afrontar la responsabilidad de nuestro desarrollo; y pasa que somos muchos como para no existir quien comience a responsabilizarse por si mismo. De esos pocos (o muchos) es que vale la pena replicar, hacer conciencia, y entonces vivir en base a unas creencias concientes y encauzadas, y no sólo presentes.